anotaciones posteriores a "Mujer de Papel"


Bienvenida

¡bienvenida!
         se trizan de nuevo mis montañas
bienvenida por el peldaño torpe y contrario
         mira tus besos disecados en la galería
bienvenida al mapa de mis horizontes
         tu desnudez tu risa llueven ahora
bienvenida al bolsillo del poeta
         versos fuegos fatuos de los ecos de los cuerpos
bienvenida al cenicero de esperanzas
         tu tallo amargo vierte su sangre negra
         te pago hoy tus abrazos de sol
         con rezos sordos y paganos
bienvenida a este jardín de siemprevivas


La mujer de papel está encerrada...

La mujer de papel está encerrada
en su jaula de vapor.
Los sirvientes se acercan con bandejas de plata
pero ella se esconde en las esquinas
y gime.


Tu voz de lluvia

Oí tu voz de lluvia en mis calles de papel,
y sólo pude sonreír mientras la tinta escurría,
y ennegrecía mis pies, cada vez más pesados.
Nos hablamos despacio, fingiendo que lo casual existe,
desde los lados necios del muro de sal,
y besé la sal, y aquí estoy, sediento,
turbio por ti, tenso en mi tamaño absurdo.
Temo que sigas andando si lo haces callada,
si no puedo seguir tus pasos ni cruzar.
Quédate junto a mi aunque sea en silencio,
mientras disuelvo con lágrimas, con saliva, con sudor,
la distancia blanca, dolorosa, antigua, ajena,
para entrar en tus ojos, una vez.


El muro de sal

El cielo, el pasto, los caminos
todo vuelve a ser papel.
Construyo otro altar y me inclino humilde.
El muro de sal se cierra,
la mujer de papel se aleja en una vastedad nueva,
y yo empiezo otra vez a caminar sin tiempo.
Apenas quepo en este saco falso,
respiro basura, me duelen los minutos,
lo ajeno de mi piel, el aire.
Me llaman voces hueca, vacilo,
añoro el valor de encender este papel,
de ver arder mi mundo sin viento;
en el humo negro estaría su figura
y al menos me ahogaría en su cabello de sombra.
Pero no hay fuego en mis manos
incapaz del ardor
castrado para lo ígneo
para lo tenue, la otra luz.
 


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