Mujer de Papel

Mujer de papel

¿Podrá mi lápiz, podrá mi mano,
podrán mi carne mi razón mi caminar
podrá mi ojo insomne encontrar la llave
de tu velo de piedra?

He caminado por cabellos interminables
hasta la orilla de un viejo mar imaginado,
bajo la lluvia negra de mi puño lento
( allí ninguna voz habla más fuerte
    que tu presencia )
y no he podido ver más
que tus huellas en la arena.

¿Por qué no me tocas?
¿Por qué no me puedo asomar a tus ojos,
   mujer de papel?
En esta selva que palpita
sin cemento, sin ardores,
sólo con páginas y listas infinitas,
¡déjame bailar mi tarantella
sobre tu pecho terso!

Si tuvieras sonrisa, sería suficiente,
pero no existe, y sólo puedo
darte todo y buscarte entera
para jugar al juego magnífico
hasta la madrugada imposible.

Voy a estar esperando
contra esta pared blanca.
   Clava mis alas con alfileres,
mujer de papel,
y bebe lo que quieras de mi cuerpo;
hay sangre, sudor, semen y sesos,
y tinta
y besos
y tiempo
y tu nombre escrito en cada gota.

Aunque me rehuyes
y sé que te escondes cuando estoy cerca
esta noche reclamo tu piel.
 
 

Julio

Julio fue largo
y llovió sobre sus hombros,
mientras los cráneos rompían piedras
y las hojas goteaban del calendario.
Duró más que el relámpago,
y entendió que nada, salvo el sol,
se oculta al caer la noche.

En esos días pálidos
su padre, su reloj no vieron
no sintieron merodear a la mujer de papel
hasta que él la encontró en un espejo borroso.
Ahí se bebieron de golpe
    hasta el alma
(cien ampolletas estallando
en un solo trueno oscuro).

Julio ya no sonríe bajo los ojos perdidos
y su piel es negra.
Donde él entró al bosque para seguirla
crece ahora un monte de arena:
iré allá para enterrar sus horas
y buscar sus huellas frías.
 
 

Niña que no eres de papel

1.
Niña, tu no hiciste nada mal
-seguiste cada línea del libreto
y abriste tu soledad como un botón-
pero no bastó:
en tí yo sólo pude beber vacíos
y mis brazos se secaron en tu cintura.

Ahora de mis libros ha brotado sangre fresca
y en mi pozo ha vuelto a nacer
la amada inmortal de los lobos.
Su llamada se hace fuerte, y debo ir:
ya no estaré más torturando tus vestidos
y será otro el calor que encienda tu piel.
(Para mí quedarán el claro de luna
y las viejas confusiones).

2.
Cuando los besos se ajaron y se apagaron mis horas
me hablaste con la seriedad de la tristeza.
Querías rescatar algo que llaman amor
pero no quise más cadenas de sonrisas
y callé mientras me hablabas,
y con mis manos hice pétalos de papel;
tu lamento apenas cabía
en el silencio de sus pasos.

No llores, niña:
ella es más antigua que tus penas.
No hay más caminos para mí
que bailar lento con su sombra
o correr buscando su olor a lluvia.

Sólo para que lo sepas
(no espero que lo entiendas)
he venido a decirte que aún estoy solo
       y que gozo cada segundo de mi búsqueda,
       que en las noches veo su silueta esquiva
       y que a veces se acerca,
       que besarla es besar soles
       y que sus lágrimas no son tristes
               sólo bellas.
 
 

Antecedentes

beatrizcasandraluna
bailarina de amaneceres
musanadjasoledad
su danza llama al sudor y la fiebre
isabelamaganoche
y no hay fin
 


Retrocede     Página principal