Impostor en mis zapatos
Para qué hablarte, si no sabes hablarme
Y sólo se hablan nuestros sueños.
Si tú me entierras, lo harás sin ruido
de a poco y desganado
pero con cientos de manos.
Tus ojos no querrán mirar,
pues sabrás que estoy vivo,
y volverás sollozando a la ciudad.
Si yo te entierro, en cambio
lo haré solo y a gritos.
Y aunque siempre estuviste muerto
celebraré esa noche desnudo,
escupiéndote, pateando tus ojos,
y bailando entre las sombras.