Las termitas

¿Venía ya mi cuna
     repleta de termitas?
Quizá fue sólo una
la termita bonachona,
que jugó en mi corral
sin dañarlo, con paciencia.

A la edad de siete ya eran muchas
pero obedientes, y calladas
mis termitas,
y abrieron mi camino
por las selvas, y gustaron,
y sonrieron, y a los quince
en mi escudo ya llevaba
     una termita.

Las termitas, las termitas.
Con sólo estirar mi mano
Despejaban raudas
el lugar de mi descanso.
Si alguna vez se saciaron
en algo que yo amaba,
yo al instante perdonaba
a mis termitas.
Se subieron, por ejemplo,
a los mástiles y cuerdas,
y muy pronto ya no tuve
banderines ni banderas.

Con dieciocho ya cubrían
mi cabello las termitas
y al pasar las salpicaba
por doquier.
Así acabó la cruz
que yo a veces besaba:
una noche no quedó
sino aserrín
y pequeños excrementos.
Por esos días también
empezaron a faltar
los pergaminos, los lazos,
     y las fotografías.

A los veinte llegó el turno
de los faros y señales.
Al revisar mis mapas
ahora sólo me encontraba
la mandíbula insolente
de una rápida termita.
Creo que fue entonces
cuando empecé a tener miedo
¿pero quién puede
     con las termitas?
Se paseaban bajo la piel
y por las calles, devorando
los andamios de mis sueños.

Cuando quise a una mujer
descubrí mi sexo envuelto
en una masa de termitas.

Se llenaron mis papeles
con mil puntos danzantes
y en vano quise apartarlos
arrojándolos al viento:
comencé una lluvia negra,
que no paró jamás.

Pues el cielo lo han cubierto
     las termitas
y al caer apagan estrellas,
y estropean los relojes,
y perforan mis zapatos,
y carcomen los rostros
que más quise.
No salgo ya de casa,
no abro las ventanas,
y cerraría los ojos,
pero no hay párpados.

Termitas, termitas,
oscuras y voraces,
me miran con hipócrita sonrisa,
y las miro con hipócrita desprecio.
Se vuelven a mis sienes,
y empiezan a rondar por mi cerebro.
Gritan, se burlan, ríen,
me dicen palabras nuevas
que no entiendo,
y que nadie más va a oir.

Ya nada cruza las sombras
de un alma que rebosa
de termitas.
 


Retrocede     Página principal