Nocturno

a los inmortales oscuros 
auténticos solitarios 
vampiros         señores 
emblemas de más de una sed 

No fui yo, sino la oscuridad,
quien cayó sobre tu piel, amada.
Con tu pelo descansando entre la hierba
mi beso iba a ser como la luna en tu cuello
mi hambre iba a ser como el calor de esta noche
y un momento de dolor fingiría ser la eternidad.
Pero no viste el engaño, oculto en el deseo
- cortar la flor antes de verla marchitar.
Ahora te apagas bajo mi sombra
y no hay nada en mí que te pueda dar calor.
¡Antes de caer en mi recuerdo, tu sepulcro,
   besa otra vez mi soledad!

Estaca en el corazón
¡Metáfora en la metáfora!
La muerte de los míos es amar.

Cierro tus ojos, húmedos y fijos.
Lágrimas y sangre, todo sobra
mientras golpeo impotente mi cuerpo inmortal.
No pude salvarte de mi propio fuego frío,
mariposa nocturna, nacida para mis sueños,
y ahora sólo tendré el polvo de tus alas
esparcido en mi memoria de siglos.

Esperas a los gusanos, tu último calor,
mientras lanzo sobre tí ramas y piedras
y grito a los caminos y las constelaciones:
¡Maldigo al amor que no quiera morir!

Corro como la niebla sin destino,
saliendo del sueño a la pesadilla;
seré otra vez el lobo anónimo,
serán otra vez cien veranos tibios y vacíos...


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