La espiral
en antiguas culturas.
Ninguna curva ha fascinado al ser
humano tanto como el espiral. Su presencia en los objetos vivos, tanto
animales como vegetales, tuvo que llamar la atención de nuestros
antepasados desde los albores de la humanidad. No existe ninguna
cultura que no lo haya utilizado como elemento simbólico,
mágico o simplemente ornamental. Esta misteriosa curva que
parece enrollarse sin fin sobre sí misma hasta acabar
precipitándose en un punto, o al revés, que apareciendo
infinitamente pequeña, desde un simple un punto, presenta la
osadía de querer llenar todo el espacio, ha ejercido un influjo
cautivador no sólo sobre los matemáticos sino
también sobre artistas y artesanos de todas las épocas y
casi todas las culturas.
Las primeras manifestaciones de los
espirales como elemento ornamental en la historia de la humanidad se
remontan al Neolítico. En numerosas piedras de este
período aparecen espirales enlazados o dispuestos en
distribuciones simétricas. Aparecen junto a cuadrados y
círculos distribuidos formando figuras simétricas, pero
los espirales siempre ocupan el lugar protagonista.
La cultura "Celta"
desarrolló adornos y medallones los que represento a
través de tres espirales que entran y salen en el círculo
representando con estos dos sentidos de giro la dualidad de las fuerzas
que están en permanente interacción en la naturaleza y
por su número (el tres), el equilibrio. El número de
elementos que lo conforman es de de nueve (dos veces tres espirales y
tres círculos interiores) más el circulo exterior
conforman el diez, el número perfecto. El círculo
exterior tiene la doble cualidad de representar la totalidad y al tener
inicio y fin es equivalente a la serpiente que se muerde la cola
y que está en renovación permanente.
En el período Clásico
los griegos se destacaron por su arquitectura, entre sus obras
desarrollaron tres tipos de
columnas,
de orden Dórico, Corintio
y Jónico, este último incorporó los espirales en
su estructura, como en el templo de Atenea Niké que forma
parte de la Acrópolis en la ciudad de Atenas. Construido
alrededor del 420 a.C., es un excelente ejemplo de arquitectura
clásica, con columnas jónicas y un friso que rodea la
parte superior, en los que la curva parece querer huir del peso del
arquitrabe, arrepintiéndose al final y retornando sobre
sí misma.
La arquitectura islamíca construyó la gran mezquita
de Samarra, con interesante alminar, como gran torre cónica en
espiral. levantada el año 847 d.C. en el actual Irak, era el
mayor templo erigido en aquella época. En la actualidad
sólo se conserva intacto el monumental alminar cónico
desde el cual el muecín llamaba a la oración.
En la cultura mesoamericana podemos
encontrar "El Caracol de Chichén Itzá" este se compone
de una torre con dos muros concéntricos y una escalera de
caracol que conduce a una pequeña sala en lo alto del edificio.
Las ventanas a lo largo de la escalera y en la abertura de la
cúspide se empleaban para la observación
astronómica, por lo que el Caracol se conoce también como
el Observatorio.